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NOSTRADAMUS: PROFECIAS SOBRE ENRIQUE III Y ENRIQUE IV


Un estudioso alemán, admira sin tasa la siguiente cuarteta de Nostradamus que se refiere a Enrique III:

Le Roy-Roy n'estre, du Doux la pernicie, L'an pestilent, les esmeus nubileux. Tien, qui tiendrá, des grands nos letitie; Et passera terme de cavilleux.

 
Este es aparentemente un verdadero enigma, aun tratando de traducirlo libremente y con la mayor fidelidad conceptual; por lo que permite la oscuridad de las locuciones empleadas.
 
"El Rey-Rey no es más matado por el Dulce, en ese año pestilente en el cual los revoltosos no saben lo que deben hacer. El que tiene, tendrá, con disgusto de los grandes: y pasará más allá del límite de los burladores."
 
Oscuro y complicado es todo esto. Sin embargo, la alusión a Enrique III es evidente: Enrique habiendo sido antes rey de Polonia y luego rey de Francia, es definido Rey-Rey por el vidente, vale decir dos veces rey.
 
El mismo fue asesinado por Santiago Clément, es decir "elemente" puede ser reputado aquí por Nostradamus como sinónimo de "dulce".

Veremos a este respecto, digámoslo de paso, que también en otras ocasiones el vidente se ha servido de sinónimos y hasta de anagramas. Además, el asesinato de Enrique III se realizó en un período de luchas civiles y religiosas, cuando los "revoltosos", es decir los rebeldes de París, a las órdenes de la Duquesa de Montpensier y del hermano, no sabían ya que hacer para desembarazarse del soberano inoportuno.

La frase el que tiene, tendrá..., se refiere evidentemente a Enrique de Navarra, quien había estipulado la paz con Enrique III para reconquistar a París, y luego subió al trono a su vez con el nombre de Enrique IV.

Con disgusto de los grandes, luego, es una frase suficientemente clara y transparente, por cuanto los príncipes mayores del reino no podían tolerar que aspirara al trono de Francia el rey de la minúscula Navarra, por añadidura protestante, y eso aunque hubiera ya conquistado gran parte del país.

Y, finalmente, pasará más allá del límite de los burladores, quiere indicar con toda evidencia que Enrique, si hubiera persistido, hubiera concluido por vencer, llegando más lejos de lo que habían previsto los "burladores", es decir, sus adversarios, que se habrían visto obligados a inclinarse ante él como realmente aconteció.

Enrique IV

En otra cuarteta, el vidente se refiere al mismo Enrique de Navarra, o Enrique IV, a quien se relacionan a menudo sus predicciones. Es esta:

"Au chef du monde le grand Chyren sera Plus outré aprés aymé, criant, redouté: Son bruit dans les cieux surpassera El du seul titre victeur fort content". Anticipando que Chyren es el anagrama de Henryc (antigua forma de Henry o Enrique), la cuarteta transcrita significa:

"El Gran Enrique será, a la cabeza del mundo —es decir, ocupando el trono mayor del mundo, como lo era entonces el de Francia— más injuriado después de haber sido más querido, y denigrado y temido. Su fama y su esplendor sobrepasarán los cielos; pero él se considerará satisfecho solamente con el título de vencedor".

Basta conocer, aunque sea superficialmente, la historia de Francia, para saber que Enrique de Navarra, cuando era pobre y prófugo, fue muy querido, especialmente por los Hugonotes, que reconocían en él a su jefe, y hacían por él con placer cualquier sacrificio impuesto por las circunstancias.

Cuando subió al trono de Francia, después de haber abjurado públicamente en la catedral de Notre-Dame, sus mismos secuaces, imitando a sus antiguos adversarios, le denigraron, aun cuando más tarde se doblegaron a su poder y lo temieron. Fue así tal vez el rey más popular de Francia y también su gloria fue grande; pero él, bondadoso como siempre fue, se confortaba con ser el vencedor solamente y no se encarnizó contra nadie en estúpidas venganzas.

Cuando el mismo Enrique era todavía un niño de apenas diez años, Nostradamus lo vio y pidió al preceptor que lo acompañaba que lo desvistiese, para poder examinarlo cómodamente. El preceptor hubiera accedido, pues sabía muy quien era el sabio que le formulaba, tan extraño pedido; pero el futuro rey de Navarra se negó tercamente a dejarse desnudar, asustado —como él mismo confesó más tarde—por la luenga barba y el aspecto del vidente, temiendo que el mismo quisiera azotarle. A la mañana siguiente, sin embargo, mientras todavía estaba en la cama, el preceptor, antes de ponerle la camisa, hizo entrar en la habitación a Nostradamus.

El sabio médico y vidente pudo así ver desnudo al niño, y, después de haberle contemplado en silencio, se volvió al preceptor y le dijo:

— Si Dios os dará vida hasta entonces, tendréis por Señor a un príncipe que será al mismo tiempo rey de Francia y de Navarra.

Otra cuarteta de Nostradamus, la Nº 18 de la novena Centuria, reza:

Le Lys Dauffois portera dans Nanci Jusque en Flandres, electeur de L'Empire: Neusves obturés aun gran Montmorency Hors Lieux prouvés delivré a clere peyne. Lo que suena en castellano:

"El Delfín llevará el lirio a Nancy y hasta Flandes para el elector del Imperio. Una nueva cárcel para el gran Montmorency, que lejos de los lugares acostumbrados, tendrá una pena ejemplar".

Hemos traducido clere peyne, o en francés más moderno claire peine, con pena ejemplar, pues ese hubiera sido el significado de las dos palabras. En cambio, el vaticinio de Nostradamus era aún más exacto de lo que se pudiera creer. Y los acontecimientos previstos de desarrollaron de esta manera:

El título de Delfín para el heredero de la corona francesa había caído hacía mucho en desuso, y Luis XIII fue el primero que volvió a usarlo, cuando todavía no había alcanzado el poder, tanto que bien pudo llamarse "el Delfín" por antonomasia. Ahora bien, el 24 de diciembre de 1633, vale decir, varias décadas después de la muerte de Nostradamus, las tropas de Luis entraron en Nancy (llevando de esta manera el "Lirio de Francia" a esa ciudad). Nancy era la capital de Lorena, que no solamente no estaba sometida a Francia, sino que ayudaba a los rebeldes franceses.

Dos años más tarde, Luis pasó a Flandes, para socorrer al Elector de Tréveris que los españoles habían encarcelado en Bruselas, y, por represalia, asaltó a Lorena.

Más o menos en el mismo período, es decir en 1632, Enrique Montmorency, que se había sublevado contra su rey, fue encarcelado en Tolosa en una cárcel construida hacía poco. Luego fue entregado a un soldado que debía decapitarle, y que lo decapitó, en efecto, el 13 de octubre, no en el lugar destinado a las ejecuciones, que se encontraba en una plaza pública, a los pies de la estatua de Enrique IV, que había sido en vida padrino del condenado.

Podría creerse que esta era la pena ejemplar, a la que había aludido Nostradamus; en cambio, lo que es realmente más extraordinario aún, ¡el vidente predijo hasta el nombre del soldado que debía cortar la cabeza de Montmorency, que se llamó exactamente Clarepeyne!

Por lo que se refiere a Montmorency, Nostradamus le aplica el calificativo de "grande", por cuanto con ese adjetivo se le conoce en la historia, puesto que a los diecisiete años era ya almirante de la flota real.

No faltan otros ejemplos parecidos en las Centurias; y hay quien refuta positivamente que Nostradamus, si lo hubiera querido, hubiese podido revelar hasta los nombres de las personas y de los lugares, a que se referían los acontecimientos previstos por él.

El mismo, por otra parte, en el prefacio de las Centurias, dirigido a Enrique II, declaraba que hubiera podido indicar exactamente las fechas mismas.



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