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EL PODER Y LA MAGIA DE LAS PIRÁMIDES



Para los egipcios lo más natural era la adoración a los animales; los sacerdotes egipcios, organizados en castas poderosas y respetadas, poseían, lo mismo que los griegos, ritos para operar prodigios y asombrar al pueblo; el conocimiento de los fenómenos celestes formaba, en Egipto como en Caldea, parte integrante de la teología.

Los egipcios, disponían de colegios de sacerdotes consagrados en especial al estudio de los astros, donde se instruyeron otros grandes filósofos como Pitágoras, Platón, Eudoxio, etc.

Tanto la astrología babilónica como la egipcia se basaban en unos principios que tenían entre ellos muchas analogías, basaban en libros sagrados, cuya redacción era atribuida a Thoth o Tat, considerado inventor de la escritura, los griegos lo identificaron posteriormente con su Hermes.

Las propiedades químicas de los cuerpos, al parecer tanto en Egipto como Asiria, se atribuían a la influencia divina y sideral; las riberas del Nilo eran la tierra clásica de la química o mejor dicho, de la alquimia, voz que se deriva del egipcio "Lem Kemi", que aparece repetidas veces en los jeroglíficos egipcios, y cuyo significado es "Tierra Negra".
 

Según se cree, la quimera de la piedra filosofal o de la gran obra, también era originaria de Egipto, por eso se tiene la creencia que Diocleciano cuando hizo quemar los libros de alquimia de los egipcios, lo que en realidad quería era privarles de la gran suerte que estos tenían al disponer de un gran manantial de riquezas; donde el oro lo personificaba la diosa "Noub".
 
Las ofrendas y sacrificios iban siempre acompañados de ritos destinados a consultar la voluntad de los dioses o hasta de verdaderos encantamientos. La confianza en ciertas fórmulas mágicas, en ciertos encantamientos, en la virtud de ciertos gestos, era excesiva; recurrían a ellos contra la fascinación, para invocar a los dioses, curar las enfermedades, cicatrizar las heridas y desviar la influencia malhechora atribuida a diferentes actos.
 
En la liturgia de los encantamientos, desempeñaban un papel importante las purificaciones, las cuales iban siempre acompañadas de palabras y prácticas muy análogas a los encantamientos. Dichas purificaciones al parecer han sido el punto de partida de los misterios. Plinio cita las Pirámides de Egipto y el Tibet (los historiadores helenos y romanos no conocieron las de América), como poseedoras de un gran poder químico, ya que fueron, según se cree, construidas por los sobrevivientes de la Atlántida a imagen y semejanza de sus antiguos templos, que habían sido edificados partiendo de las bases de los esquemas cristalinos tetragonales. Aún hoy en día, algunos investigadores del tema opinan que la gran Pirámide de Keops, en Egipto, debió de haber estado en sus orígenes cubierta o coronada por cristales diseñados para la canalización y al aprovechamiento humano de las fuerzas cósmicas del universo.
 
Otros autores antiguos han afirmado también, que la activación de esos grandes cristales generadores canalizaban esas fuerzas cósmicas para trasladar, tallar y enlazar las gigantescas piezas areniscas con que están construidas las Pirámides y, siguiendo las técnicas atlantes, también se utilizaban cristales para iluminar los túneles interiores y las cámaras durante la construcción de las Pirámides y templos.
 
En el antiguo Egipto, el uso ornamental de gemas y joyas era absolutamente reservado a las castas reales, luciéndolas en forma de tiaras, diademas, pulseras, pectorales, ajorcas y pendientes. También eran engarzadas en los espaldares de los tronos y en los sarcófagos en que sepultaban a sus muertos. Dentro de los ritos funerarios un hecho muy importante consistía en colocar en la cultura faraónica un cristal de roca de dos puntas sobre la frente del cadáver, con su eje de refringencia paralelo al del cuerpo, creyendo que su transparencia iluminaría el camino de su alma hacia la eternidad.

Posiblemente el material mágico que usaron los antiguos egipcios fue lo que le ha dado este poder a las Pirámides; o tal vez fuera porque una Pirámide es un triángulo, y un triángulo representa el bloque de construcción universal del cual derivan todas las figuras geométricas hasta el círculo y el cuadrado.
 
Una Pirámide tiene tres lados, o lo que es lo mismo, se compone de un triángulo equilátero lo que es también una de las expresiones más importantes de la Ley de los Tres, que es una de las muchas Leyes Universales que gobiernan nuestras vidas, que no podemos probar ni tampoco ver, sólo experimentar, como la Ley del Karma. La interacción entre tres fuerzas, es lo único que genera movimiento; desde muy antiguo se sabe que todos los fenómenos que existen desde los dioses hacia abajo surgen de la interacción de tres fuerzas. Con sólo dos fuerzas se conseguiría un equilibrio perfecto pero carente de movimiento, por eso la introducción de una tercera fuerza produce una reacción en forma de cambio o movimiento.
 
Esta interacción es una ley universal que no permite que nada permanezca estático. La Ley de los Tres se encuentra en todo lo que nos gobierna en la vida; valga como ejemplo que la doctrina cristiana está basada en la Trinidad del Padre, Hijo y Espíritu Santo; los tres se unieron para crear el universo.
 
En física la combinación de dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno produce agua; para que se dé progresión mental, una escuela esotérica de filosofía de principio de siglo, basaba sus creencias en el concepto de que el universo siguiera la Trinidad de una fuerza activa, otra pasiva y otra neutral, discutido aun hoy en día; en numerología el tres, es el número de lo completo, el principio, el centro y el fin; por eso la Ley de los Tres está perfectamente representada por la estructura geométrica de una Pirámide.

Matemáticamente una Pirámide es un poliedro limitado por un polígono plano, que es la base en la que todas las demás caras laterales son triángulos que tienen respectivamente como base los diferentes lados del polígono y un vértice común. El área lateral de una Pirámide regular es igual al semiproducto del perímetro de su base por su apotema, dando así que el volumen de una Pirámide cualquiera es igual al tercio del producto de la superficie de la base por la altura.

 
Sabemos que la Pirámide en Egipto, en sus orígenes, estaba reservada exclusivamente al faraón cuyos restos albergaba. Por su forma simbolizaba la escalera que llevaba al faraón hacia Ra, el dios del Sol.
 
Perfeccionada en su rigor geométrico en Gizeh, evoca con gigantismo la Pirámide de Keops que medía originariamente 146,60 metros de altura. La petrificación de los benéficos rayos del Sol, junto con su estructura cósmica y posiblemente para lo que fueron creadas, le han dado su poder mágico.
 
No se pueden definir las Pirámides simplemente como lugares de culto o simples tumbas de mayor a menor magnificencia. En ellas hay algo más, corno hemos podido comprobar en abundantes pruebas.
 
Las Pirámides poseen un poder, que definimos corno mágico, pero si lo analizarnos profundamente descubriremos que es tan natural como las fuerzas cósmicas que intervienen en sus enigmáticos efectos.
 

 

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