Corrían los años 20 del pasado siglo y en el mundo occidental, viajar a Egipto estaba de moda. Los folletos de turismos publicitaban las "Pirámides de Gizeh", una de las siete maravillas del mundo, dando origen a un incesante ir y venir de turistas a Egipto a conocer dicha maravilla. Y ocurrió lo casual.
Entre los innumerables grupos de turistas hubo uno, en el que uno de los componentes era el científico francés Bovis, dentro de los pasillos de la Pirámide, caminando con el grupo hacia la cámara mortuoria que está situada en el centro de la misma, a un tercio de la altura de ésta. Como todo el grupo se sintió agobiado por la excesiva humedad que había en el lugar y el espantoso olor que reinaba en los pasillos que procedían de ratas y otros pequeños animales en descomposición que habían perecido en su interior, pero lejos de limitarse a manifestar su sensación de incomodidad, todo lo que hacía era protegerse y observar.
Observar que, dentro de la cámara el ambiente cambió por completo. Allí aunque persiste la humedad y también los cadáveres de animales pequeños, el olor ya no está. Acercándose a un recipiente de desperdicio donde eran depositados pudo comprobar que no sólo no estaban descompuestos, sino que, todo lo contrario se hallaban en perfecto estado de momificación.
Entre los innumerables grupos de turistas hubo uno, en el que uno de los componentes era el científico francés Bovis, dentro de los pasillos de la Pirámide, caminando con el grupo hacia la cámara mortuoria que está situada en el centro de la misma, a un tercio de la altura de ésta. Como todo el grupo se sintió agobiado por la excesiva humedad que había en el lugar y el espantoso olor que reinaba en los pasillos que procedían de ratas y otros pequeños animales en descomposición que habían perecido en su interior, pero lejos de limitarse a manifestar su sensación de incomodidad, todo lo que hacía era protegerse y observar.
Observar que, dentro de la cámara el ambiente cambió por completo. Allí aunque persiste la humedad y también los cadáveres de animales pequeños, el olor ya no está. Acercándose a un recipiente de desperdicio donde eran depositados pudo comprobar que no sólo no estaban descompuestos, sino que, todo lo contrario se hallaban en perfecto estado de momificación.