Las brujas y hechiceras conocen las propiedades medicinales de las hierbas y son grandes expertas en el conocimiento de esas otras que, estando presente el veneno en su savia, son utilizadas para sus filtros y pócimas mágicas.
Las hierbas no las recogen la bruja y la hechicera en cualquier fecha, sino en la víspera de San Juan, porque es de creencia popular que el sereno caído en esa noche tiene propiedades no sólo profilácticas y medicinales (que aumentan la efectividad de las hierbas), sino amorosas y mágicas.
Es importante destacar que, mientras las curanderas salen a buscar las hierbas al alborear el Día de San Juan, las brujas y hechiceras lo hacen a las doce de la noche de la víspera, ya que es la hora en que los planetas se llenan de virtudes mágicas.
Una vez que la bruja y la hechicera se proveen de todas las hierbas que necesitan, las remueven en un cubo con agua pura para quitarles la tierra y, luego, las ponen al sereno. Este aspecto es importante, porque la exposición a los rayos lunares ha sido relacionada desde siempre con la brujería, ya que la noche tiene propiedades mágicas que confiere a todo aquello que se exponga a los rayos de luna. Al día siguiente las hierbas se recogen y, como están húmedas por el sereno, se ponen al sol; Una vez secas, se guardan para hacer aguas o infusiones con ellas cada vez que se necesiten. Las hierbas también se pueden secar al sol directamente, pero si no se cogen a la hora adecuada y no se ponen a la luna no tendrán las propiedades mágicas.