A menudo se olvida que Fausto no es sólo un personaje legendario y poético, sino que fue el mortal de este mismo nombre que vivió en tiempos de Copérnico y Martín Lutero.
Gozó en vida de innumerables leyendas sobre sus hechos y su propia persona, lo que no tenía nada de extraordinario, ya que asimismo de los otros famosos nigromantes contemporáneos suyos contaba el pueblo toda clase de curiosas fábulas. Pero estamos bien informados de la vida y la obra de estos colegas gracias a diversas fuentes históricas, en tanto que las hazañas de Fausto, el de más renombre de los hechiceros de Europa, no han llegado hasta nosotros más que unos pocos datos, los cuales aún son menos dignos de crédito. Entre ellos, figura en primer lugar el relato del doctor Wiero, quien fue testigo ocular de lo que narra.
Vivía por aquel entonces Wiero en su villa natal, Grave, en el Brabante (Holanda), iniciándose en el ejercicio de la medicina. Cerca de este lugar se hallaba el castillo de Baten. Wiero describe los sucesos que acontecieron en el castillo, poco antes del año 1540. Extractamos de sus Memorias lo siguiente:
"El hechicero Fausto apareció un día ante la puerta del castillo, solicitando permiso para entrar. El castellano, el conde Hermann II de Bronckhorst, estaba en aquel momento ausente. Sus servidores, como primera medida, retuvieron preso al nigromante. El motivo que alega Wiero es: por sus malas jugadas.