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Mostrando entradas con la etiqueta La Varilla de Zahorí rabdomante o Radiestésica. Mostrar todas las entradas
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DISTINTOS MÉTODOS DE ADIVINACIÓN


Geomancia

Un procedimiento adivinatorio menos difundidos que el tarot es la Geomancia, sistema adivinatorio más que simple oráculo, cuya predicción se obtiene a partir de ciertas ordenaciones o construcciones de figuras, cuyas posiciones se van anotando a continuación.

Su perfeccionamiento y difusión tuvo lugar a través de los árabes por las conquistas islámicas.

Otro sistema adivinatorio poco conocido, dentro de la Geomancia, es el utilizado hace siglos por ciertos pueblos nigerianos. Utilizan para la predicción unos caracoles preparados a tal efecto. Según la posición en que caigan al ser lanzados estos caracoles, indicará el remitirse a determinada historia, en cuyo contenido estará implícita la respuesta. Cada historia recibe el nombre de Oddu.

También, en una derivación más complicada, se realiza por medio de semillas atadas entre sí por una cadena.

La adivinación por las hojas de té.
 
Esta forma de adivinación, llamada también Tazografía, es realmente curiosa. Consiste en interpretar las formas y figuras que han quedado formadas por las hojas de té en el interior de una taza.

LA VARILLA DE ZAHORÍ, RABDOMANTE O RADIESTÉSICA

 
Como los instrumentos no son más que índices amplificadores de reflejos neuromusculares generalmente imperceptibles, lo único que importa es su carácter práctico.
 
Un imperativo capital guiará la elección del objeto y del método: sin duda, los gustos personales, pero sobre todo la calidad de los resultados.
 
Obtención de la varilla

Formada por dos ramas de grosor similar, de treinta a cuarenta centímetros de largo cada una, puede ser de madera verde, tierna, flexible, elástica y resistente como la del avellano. El arce y los brotes jóvenes del haya también pueden ser­vir; no así las maderas resinosas ni la del saúco, que son demasiado rígidas.

Verifique la eficacia de la horquilla separando ligeramente las dos ramas: la ten­sión que se produce asegura un equilibrio inestable que hace que la punta se incline hacia arriba o hacia abajo.

No obstante, como la «varilla natural» exige que se mantenga o se renueve la frescura del material —los antiguos rabdomantes la empapaban en agua antes de cada uso—, se suele recurrir a las varillas metálicas, de barbas de ballena, de junco o de plástico, que tienen la ventaja de las formas regulares, redondas o pla­nas, y de un mejor equilibrio. Pero las varillas metálicas, remachadas o atadas en uno de sus extremos, y que pueden abrirse y cerrarse a voluntad, producen un gran cansancio en las manos y giran demasiado rápidamente a causa de su elasticidad.