Los sacerdotes egipcios tenían tres modos de expresar sus pensamientos. El primero, sencillo y comprensible; el segundo, simbólico y figurado, y el tercero, sagrado y jeroglífico.
Habiendo visto los antiguos magos que el equilibrio es en física la ley universal y que resulta de la aparente oposición de dos energías, trascendiendo del equilibrio físico al metafísico, declararon que en Dios, es decir, en la Causa Primera (1), viviente y activa, debían reconocerse dos propiedades necesarias una a otra: la estabilidad y el movimiento (2), equilibrados por la Corona o Fuerza Suprema (Levi, Dogma y Ritual).
"El Ternario brilla en el Universo por doquier. Y la Mónada es su principio."
¿Y por qué esa predilección por el Tres desde los más antiguos tiempos?
Contesta el Dr. Encause (Papus):
"Estudiemos cualquier fenómeno de la Naturaleza en el cual aparezca el número tres. Fijémonos en el primer fenómeno que se nos presenta: la luz del día, por ejemplo, y tratemos de inquirir la existencia de leyes generales que puedan aplicarse a otros fenómenos de clase enteramente distinta.
"El Ternario brilla en el Universo por doquier. Y la Mónada es su principio."
¿Y por qué esa predilección por el Tres desde los más antiguos tiempos?
Contesta el Dr. Encause (Papus):
"Estudiemos cualquier fenómeno de la Naturaleza en el cual aparezca el número tres. Fijémonos en el primer fenómeno que se nos presenta: la luz del día, por ejemplo, y tratemos de inquirir la existencia de leyes generales que puedan aplicarse a otros fenómenos de clase enteramente distinta.