Aunque los cultos varían profundamente de lugar a lugar, por lo diverso de las creencias, es posible, no obstante, hallar elementos comunes de carácter ritual entre las diversas poblaciones del planeta. Por ejemplo, cabe decir que toda manifestación de la vida de los indios, incluso en diversos continentes, está íntimamente relacionada con la religión que profesan.
Cada acto del hombre, desde que nace hasta que muere, está marcado por una ceremonia especial, si bien muchas veces de ellas no se conoce exactamente ni el significado ni el origen.
La mentalidad de muchos pueblos de la Tierra es de una extremada simplicidad. Unos son materialistas en grado sumo, seguros de que nadie sabe por qué el género humano ha venido al mundo. Afirman, eso sí, que las fuerzas de la Naturaleza rigen el universo. Y lo gobiernan con un orden y una precisión admirable. Pero la cuestión está en saber quién instituyó y sigue manteniendo esas fuerzas.
Científicamente hablando, toda afirmación tiene que sustentarse en pruebas irrevocables. Entonces, al observar que los pueblos materialistas son los primeros en frecuentar ciertas reuniones secretas con el único fin de rendir culto a determinados espíritus, nos hace pensar en dónde empieza la realidad y acaba la ficción.