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LA RESPIRACIÓN PRÁNICA Y COMO SE REALIZA


El “prana” es para los hindú es el fluido vital que existe no solo en nuestro organismo, sino en el universo entero.

La respiración es para el espiritualismo un proceso no solo físico sino psíquico. La respiración psíquica “baña” de energía nuestro organismo entero si la efectuamos conscientemente.
 
He aquí como se realiza dicha respiración:

Acuéstese relajando todo el cuerpo y piense que va a absorber energía y distribuirla por todo el cuerpo.

1) Inspire, llenando la parte superior del pecho como lo hace habitualmente.

SUGERENCIAS PARA CANTAR LOS MANTRAS

 
Por lo general, un mantra actúa en cualquier situación. Sin embargo, existen algunas reglas que deben seguirse de acuerdo con las aptitudes de cada quien.
 
Es mejor levantarse muy temprano, cuando hay más oxígeno en la atmósfera. En esta época en la cual nos vemos obligados a trabajar a distintas horas, quizá resulte difícil que todos sigan esta regla. En tal caso, los sabios sugieren que la mejor hora del día es el crepúsculo, pues durante este periodo el cambio metabólico del cuerpo es favorable a la actividad espiritual.
 
Debe seleccionarse un sitio tranquilo dentro de la casa y sentarse en posición de loto. Si resulta difícil lograr esta posición, lo importante es sentarse con comodidad, pero viendo hacia el Oriente o hacia el Norte. Se dice que para obtener el mayor provecho de este mantra, lo mejor es sentarse sobre una piel de venado. Así se obtienen resultados en la mitad del tiempo requerido. A falta de la piel, lo más conveniente es una estera de hojas secas. La tercera posibilidad es emplear un trozo de madera. Los sabios de la antigüedad han sugerido la madera por ser un mal conductor de la electricidad.
 

QUÉ SON LOS MANTRAS Y SU PODER


EL RIG VEDA es un libro de cantos métricos dividido en diez partes llamadas mandalas.
 
Los cantos del Rig Veda, denominados mantras, son poemas concebidos con gran vigor; el ritmo es de una fuerza sorprendente. Son sublimes y sirvieron de gran inspiración a los primeros sabios.
 
Dentro de la terminología moderna, son autosugestivos y pueden ser dirigidos hacia o en contra de cualquier objetivo, tanto aquí como en el más allá.
 
El richa ( himno) tiene el poder de salvaguardar a quien se concentra en él. La palabra sánscrita para contemplación es manan. Aquel que contempla es mananat y el instrumento para manan es el mantra.
 

El BUDA Y EL ZEN


Seis siglos antes del nacimiento de Cristo, un joven príncipe llamado Siddharta Gautama vivió en un palacio en las laderas del Himalaya en lo que hoy se conoce como Nepal. De acuerdo a la leyenda, llevaba una vida opulenta y protegida  hasta el día en que abandonó el palacio por primera vez.
 
Mientras viajaba con un sirviente,  vio a una anciana y descubrió que la gente envejecía y declinaba. Vio a un niño enfermo y aprendió sobre la existencia de las enfermedades. Encontró una procesión funeraria y por primera vez se enfrentó a la muerte.
 
Finalmente encontró a un mendigo medio desnudo pero sonriente. "¿Cómo puede este hombre sonreír ante tanta miseria?" preguntó Gautama a su sirviente. "Sonríe porque es un hombre santo, es un ser instruido en el alma", replicó el sirviente. La paz de su mente se hizo pedazos, con una añoranza por liberarse de los sufrimientos del mundo exterior y una incontenible sensación de destino.
 
Gautama renunció a su patrimonio y abandonó el palacio en busca de la instrucción.

Durante siete años vagó sin rumbo fijo por la India sin ningún éxito. Finalmente se sentó bajo una higuera cerca de Gaya y juró permanecer ahí sentado hasta lograr la instrucción. Al séptimo día abrió los ojos, vio la estrella de la mañana y tuvo un gran despertar en el que logró por fin conocer la realidad verdadera. Libre de todo dolor e ilusión mundana, se había convertido en el Buda, el instruido, y durante los siguientes cuarenta y nueve años, viajó por toda la India predicando la doctrina que es el fundamento del Budismo.

¿QUE SON ZEN Y ZAZEN?


El secreto del Zen consiste en sentarse, simplemente, sin objeto ni espíritu de provecho, en una postura de gran concentración. Esta manera desinteresada de sentarse se llama zazen.
 
Za significa sentarse, y Zen meditación, concentración. La enseñanza de la postura, que es la transmisión de la esencia del Zen, tiene lugar en un dojo (lugar en el que se practica la Vía) y es efectuada por un Maestro iniciado tradicionalmente en la línea de los patriarcas y de Buda. La práctica de zazen es muy eficaz para la salud del cuerpo y del espíritu, a los que conduce a su condición normal.
 
El Zen no puede ser encerrado en un concepto ni comprendido por el pensamiento. Requiere ser practicado. Es, esencialmente, una experiencia.

EL CUENTO ZEN DEL LADRÓN Y EL MONJE


 
Érase una vez un ladrón singularmente malo y cruel. Los textos antiguos no nos revelan su nombre. Se sabe que vivió en el período Heian (794-1185), durante el reinado del sabio emperador Go-Sanjo Tenno, poco después del ario mil.
 
Su historia recuerda la de Jean Vahean, el héroe de la novela de Victor Hugo Los Miserables. Recordarás el episodio en el que Jean Valjean, evadido de presidio, es acogido bondadosamente por Monseñor Myriel, obispo de Digne. Por la mañana, Jean Vahean huye llevándose una fuente de plata y dos candelabros. Detenido por los gendarmes, es llevado a rastras ante el obispo, y el ladrón con estupefacción le oye declarar:
 
«Este hombre no ha robado, yo le he ofrecido esta fuente de plata y estos dos candelabros, dejadle ir en paz».
 
Entonces... una lucecita se enciende en el alma endurecida del presidiario, una lucecita que transformará su vida.
 
En el cuento zen, el ladrón es un salteador de caminos que no teme rey ni roque y que, a diferencia de Jean Val-jean, ha robado algo más que un pan. Pero ambas historias son gemelas.

En aquella época vivía en los alrededores de Heian-Kyo, en un templo perdido en el bosque, un monje conocido por su gran sabiduría, llamado Shichiri Kojun.
Aquella noche, el santo varón estaba solo. Recitaba sutras a los pies de una estatua de Buddha. De pronto, la puerta del templo se abre de golpe.
 

EL CUENTO ZEN DEL NOBLE SAMURAI

 

Un hermoso día de verano, un noble samurai, reconocible por su moño de guerrero, sus manguitos metálicos, su coraza de cuatro faldones y los dos sables tradicionales, penetra con paso firme y tranquilo en una modesta venta. Estamos en el siglo XIV, en un pueblo de la gran isla de Honshu. Una nube de insectos zumba en el aire caliente.

El noble samurai se sienta, pide un plato de arroz. Deshace la parte alta de su coraza y se descarga con precaución y respeto de sus dos sables.
 
Es el único viajero.
 
Come con gesto armonioso y preciso, llevándose los palillos a la boca. En ese momento se oye un ruidoso griterío. Tres ronins, guerreros vagabundos, sin señor (Daymio), más parecidos, a decir verdad, a salteadores de caminos que a auténticos samuráis, irrumpen en la sala. Llaman con grosería al posadero, reclaman sake y se sientan atropellándose.

EL SIGNIFICADO DEL MANTRA OM


 
Hubo una vez un hombre llamado Manik, que vivía en una pequeña aldea de la India. Su esposa murió a muy temprana edad debido a sus karmas anteriores.
 
Manik tenía sólo una hija, de nombre Saralá, que lo amaba tanto que no comía a menos que él la alimentara. Manik no volvió a contraer nupcias, pues creía que al hacerlo lastimaría a su hija. Así, padre e hija vivieron felices por algunos años hasta que Saralá llegó a la edad del matrimonio. Por miedo a separarse de su padre, ella descartaba la idea de casarse. Su padre trató de convencerla que lo hiciera, pero Saralá no deseaba dejarlo por ningún motivo.

Después de largas discusiones al respecto, por fin aceptó contraer matrimonio con la única condición de que su padre viviera hasta el final de sus días con la pareja. Luego del matrimonio de Saralá, Manik empezó a soñar en el día en que jugaría con sus nietos. Con el tiempo, Saralá quedó embarazada. Ella, su esposo y su padre estaban muy emocionados por el ser que nacería.

Antes que llegara el momento que todos ansiaban, Manik murió. Fue tal la impresión que le causó la triste pérdida de su padre que Saralá dejó de comer. Tanto familiares como vecinos trataron de consolarla y le decían:

"Debes alimentarte por el hijo que está por nacer. Nadie vive por siempre en este mundo. Después de todo, aún tienes a tu marido para cuidarte. Él es tu salvador; ten fe en él".

Saralá se tranquilizó v adoptó una nueva actitud hacia su esposo. Por vez primera se dio cuenta que lo amaba.

Con el tiempo nació un varón. Ahora Saralá se ocupaba de sus labores hogareñas y de cuidar a su marido y a su pequeño hijo. Pero la suerte le era adversa. Pasados algunos años, murió también su marido, y se vio completamente desesperada. Quería matarse.

Otra vez, parientes y vecinos le dijeron:

"Todos vivimos un periodo determinado en este planeta. Tu marido sólo tenía poco tiempo de vivir a tu lado. No importa que esté muerto; lo que debes pensar ahora es que aún tienes a tu hijo, quien muy pronto cuidará de ti. Debes vivir tanto por ti como por tu hijo".

EL BONSAI Y SU RELACIÓN CON EL ZEN


Al terminar el siglo pasado, los bonsai se exportaban regularmente, habiéndose celebrado la primera exposición de plantas japonesas en Londres en 1909. Esta exposición creó gran expectación entre un público Eduardiano que estaba acostumbrado a la jardinería en gran escala, pero ha sido principalmente en los últimos veinte años cuando un público cada vez mejor informado se ha interesado por el arte bonsai.
 
Como sucede con otras manifestaciones artísticas orientales, sin embargo, han existido siempre ciertos malentendidos en Occidente. Durante muchos años se creía que los bonsai eran árboles especiales japoneses que se desarrollaban en una forma inusitada y atractiva debido a su composición genética, que en realidad eran variedades enanas místicas.
 
Para mucha gente, por otro lado, el bonsai ha sido algunas veces asociado con prácticas orientales tales como el vendaje de los pies en China (práctica que para los chinos tiene un significado muy distinto del que podría suponerse) pero generalmente las artes japonesas, con sus íntimas conexiones religiosas, han disfrutado de un alto grado de respeto, aunque no han estado siempre libres de crítica.
 
Ya en el siglo XIII, el autor satírico Kenko Yoshido escribió:
 
«Apreciar y encontrar placer en árboles curiosamente curvados y en maceta es amar la deformidad».
 
Hablaba de la moda cada vez más arraigada entre las clases superiores de aquel tiempo de cultivar bonsai, aunque también podría haber estado refiriéndose a la calidad de los árboles de producción comercial producidos para satisfacer esta demanda. Sin embargo, tal error puede comprenderse. Incluso hoy en día existe en Japón una discusión entre puristas y no puristas sobre lo que exactamente es el bonsai.

CUENTO ZEN: YAMAMBA

 

El Zen hace que nos desprendamos de nuestras maneras de pensar habituales. Más allá de los conceptos y de las palabras, nos transmite una verdad que apunta directamente al corazón del hombre.

Érase una vez...

Dos monjes que iban de regreso hacia su convento, cerca de Edo. Se habían retrasado a causa de una pareja de campesinos que les habían pedido que bendijeran a su hijo recién nacido, y también su casa y su rebaño. Por cortesía, y por caridad, habían bebido uno o dos vasos de sake.
 
Ahora se encontraban en el lindero del bosque y ya caía la noche. Uno de los dos monjes era ciego y su compañero lo guiaba:
 
—No temas nada, Djiro —dijo el monje guía—, tenemos que atravesar el bosque, donde viven, según las leyendas, monstruos y brujas, pero yo abro bien los ojos y te protegeré contra todos los peligros. Y añadió, con una voz a la que daba firmeza: —¡Cógete de mi brazo y avancemos intrépidamente!.
 

¿QUE ES UN MANDALA?


La palabra mandala procede del sánscrito clásico. Esta compuesta de las palabras mand, que significa "trazar", y la, que significa "circulo" o "centro sagrado".
 
"Mandala" se traduce a veces por "recipiente de esencias", término que da una idea de sus significados psicológicos y místicos.
 
En las tradiciones hinduista y budista, el mandala es un símbolo sagrado del viaje espiritual; es una representación pictórica  en dos dimensiones de un universo divino multidimensional.
 
Los símbolos y figuras que aparecen en los complicados mandalas pintados de estas tradiciones se limitan a sugerir lo que representan, una vivencia del carácter absoluto de la realidad con todo su esplendor y con toda su bienaventuranza, y la consecución de la iluminación.
 
Los caminos hinduista y budista, aunque semejantes entre si, son distintos. El camino hinduista trata del descubrimiento de que el yo es uno con lo divino, mientras que el camino budista recalca la naturaleza búdica, la posibilidad de iluminación. Pero en ambas tradiciones, las representaciones pictóricas complicadas del mandala simbolizan los aspectos no visibles de la realidad y son una ayuda para el desarrollo espiritual.