No existe nada secreto ni disimulado en la brujería contemporánea de Italia. Como es de esperar, se encuentran muchos rastros de este poder y de sus practicantes en las regiones sudeñas del país, desde la "punta de la bota" (Calabria), hasta Sicilia. No obstante, esto no significa que el resto de Italia se halle libre de la hechicería.
La tradición, que es uno de los factores más predominantes en la vida familiar del italiano sureño, también participa de la brujería. No existen teorías contrarias respecto a si una bruja nace o se hace. Las leyes de la tradición dejaron bien sentado desde hace generaciones que no hay que discutir las reglas. Se nace brujo o bruja, esto es incuestionable.
Algunas marcas o signos del nacimiento se considera que señalan a un recién nacido como brujo, si bien los signos se van descubriendo con el paso del tiempo. Se cree que unos signos son más significativos que otros. Una combinación de ellos concede grandes poderes mágicos. Un niño sietemesino, por ejemplo, posee poderes menores; ahora bien, si este niño nace al séptimo día del séptimo mes del embarazo materno, sus poderes aumentarán grandemente. Mucho mayor es el poder de una niña que sea la séptima de una familia de seis hermanos más.